Reynaldo Caballero Cáceres, poeta.
Ser poeta en este pueblo, colgado en los Andes colombianos, a dos mil quinientos metros sobre el mar, donde un día fue la sede del Gran Señor Sugamuxi, en los tiempos en que el sol, Sue, era la luz y la esperanza de la nación muisca, no es fácil, porque el alma siente la contaminación del ambiente, donde el ruido de los motores es la música diaria, donde un día se fueron los pájaros porque respiraban humo, donde un río se acabó y un inmenso lago lucha por sobrevivir, donde la gente no se conoce y todos son forasteros, en verdad no es fácil e inspirador encontrar el motivo para lograr que el alma cante a través de la poesía.
Y en esta región se ven pasar los poetas riéndose al ver una flor que nace entre el polvo. Una noche salía la gente corriendo, había llegado un grupo de poetas a leer sus versos en un hermoso teatro y allí el sogamoseño sonrió. Esta región como muchas de Colombia, sufrieron un cambio en su cultura y hoy no sabe quién es. Se busca y cuando está cerca de reconocerse vuelve y se pierde y su alma tiene los poemas mitológicos de sus pobladores de antes de llegar los conquistadores españoles, quienes no sabían leer y escribir y destruyeron la rima de los muiscas...
Después tuvo que aprender otro lenguaje para comunicarse con el vencedor y allí no encontró el colorido y la musicalidad de su palabra. Era un idioma que no conocía el mundo cósmico de su cultura y no tenía palabras para cantarle. Con el paso de los siglos los descendientes de estos conquistadores, cantaban al nuevo mundo construido por ellos para sobrevivir. La poesía era leída de los libros que llegaban de España. Hoy los escritores colombianos desean parecerse a los franceses, a los españoles, a los alemanes y buscan allí la raíz del verbo. Los grandes poetas y escritores se van de esta patria y vuelven solo a recibir medallas y honores, pero no escriben el poema, el cuento o la novela de nuestra existencia...

Casa de la culture en Sogamoso, Boyacá
Un día llegaron otros conquistadores que trajeron industrias desconocidas y llenaron las fábricas de campesinos que no sabían leer y escribir y en las noches dejaban oír sus canciones las cuales eran poemas de su alma rural...De México trajeron las rancheras, corridos, y hoy el pueblo se siente mejicano al igual que sus grandes escritores como el Gabo que lleva más de cincuenta años en ese país y es un mejicano de corazón y colombiano de nacimiento. Por eso a veces la poesía suena a música mejicana y otras veces el poeta no sabe que decir.
Sogamoso como toda Colombia no lee un libro al año y con la poesía le da sueño. La televisión, la radio y el Internet le quitan el tiempo a la reflexión, a la admiración y al amor. A veces la poesía sabe a Viagra, a bebida embriagante, a narcótico y pocas veces huele a páramo. Ser poeta en esta época es ser de otro mundo y por eso admiro a los poetas de esta tierrita. Lloran cuando llueve, con el trueno, con el rayo, con el viento, con el verde, con una mariposa perdida o con un ave viajera, sueñan con el amor. Aman a los seres invisibles del corazón. Los niños de hoy desean llamarse, Yamaha o Suzuky, o Windows, o cualquier marca de un producto afamado. Alguien desea cantar a la Bolsa de Valores. Las noticias traen violencia, sangre, moto sierras decapitadoras, y el alma del poeta siente deseos de viajar a las estrellas, al fin del universo y regresar en el siglo XXV cuando el hombre escribirá poemas tridimensionales. Y los libros serán escritos con el nuevo idioma representado en colores, notas musicales y olores.

Sin embargo, dado el cuadro anterior de inautenticidad terrígena, una mezcla de sangre española e indígena, da lugar a lo que se conoce como mestizaje, que es el grupo dominante de población que conforma actualmente la nación Colombiana. Producto de esta realidad, germina, crece y se manifiesta con una fuerza vital el verso mestizo que constituye basamento de la poesía y la literatura Colombiana. En el contexto de la poesía Colombiana, brota y se abre espacio cada vez mayor, el poema escrito por mujeres. Es una visión enriquecedora del verso, porque el sentimiento creativo femenino, presenta un sentir muy refinado que escapa muchas veces a la sensibilidad creativa varonil. La mujer tiene una mirada escrutadora en la fenomenología de la creación, que logra por ello develar elementos estéticos de difícil percepción. Para no seguir ahondando, lo más indicado es la constatación directa que pueden hacer los interesados leyendo los textos de las poetas de la ciudad que se publican a continuación.
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