sábado, 18 de junio de 2016



ROSAS ROJAS PARA TULIO
¡Mataron a un hombre! ¡Mataron un hombre!
¡Mataron a uno!
¡Mataron a un hombre!
Entraron al billar varios muchachos en forma apresurada y en alta voz decían: ¡Mataron un hombre! 
Se pararon alrededor de las mesa de billar donde jugaban concentrados parejas de jóvenes que desde las primeras horas de la mañana ocupaban las mesas. Algunos apostaban dinero, otros simplemente jugaban el tiempo: el que pierda paga.
Aquella tarde con el grito de ¡Mataron a un hombre! Todo quedó en silencio. Apagaron la música que salía de una radiola. Allí aprendí las canciones rancheras, corridos, huapangos, las cuales cantaba en el solar de la casa con un cancionero en mano. Cerraron la puerta del billar.

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