UNA VISITA AL PANTANO DE VARGAS
POR REYNALDO CABALLERO CACERES
Por una carretera en regular estado llegamos hasta este enorme y espectacular monumento construido por Rodrigo Arenas Betancourt a la memoria de los valientes que lucharon el 25 de Julio de 1819 contra las tropas de España, donde hombres vestidos de mujeres sobre briosos corceles morían por la Libertad de un pueblo, donde siete Venezolanos y siete colombianos conformaron un grupo de catorce lanceros y se lanzaron como rayos y truenos y cabalgaron en la algarabía de un combate a muerte, dirigidos por el venezolano Juan José Rondón, pero de origen boyacense, donde dos hermanos venezolanos cuidaban sus espaldas, donde dos hermanos colombianos, de Piedecuesta, daban gritos de victoria, donde las largas lanzas destrozaban los cuerpos y caían con rabia sobre los campos... Contaba con entusiasmo la historia el Agente de Turismo y con su mirada cubría cerros y pantanos, buscaba incesantemente las tropas de Bolívar que subían y bajaban, donde las banderas ondeaban al viento y el son de la canción LA VENCEDORA animaba sin cesar; las tropas Británicas venidas a luchar al lado de los patriotas gritaban en inglés y el brazo de James Rooke caía al suelo empuñando su espada..Subí por una escalinata de 36 peldaños en memoria de los años de aquel caraqueño que oraba desde una enorme piedra y sentía dentro de su cabeza los cañones que destruyen su ejército y recordaba la noche anterior que bailó su cumpleaños y la Virgen de los Tiestecitos corría por los pantanos animando a los soldados llaneros, el olor de la pólvora, los cuerpos destrozados, el relinchar de los caballos...Algún día 36 soldados de hoy vestidos con uniformes de la época de la Independencia darán la Bienvenida a los visitantes, y una Banda Musical tocara sin parar las canciones que animaron al combate, y el redoblar de los tambores y los sonidos de las cornetas que invitaban a morir...soñé con las banderas de las naciones bolivarianas y de los batallones que un día subieron al cerro “El Picacho”...de pronto se escucharon las campanas de una bonita iglesia que se levanta en Homenaje a la Virgen del Rosario de la Libertad, diseñada por arquitectos javerianos, sobre una loma donde los espíritus de los hombres arrebatados por el huracán de la muerte permanecen vigilantes, allí sobre los gritos del pasado se oyen las campanas..Cayó la noche y los ejércitos del campo de Vargas se retiraron y descansaron de un día que casi se pierde, y como un coro fantasmal los gemidos de los heridos, el llanto de los hombres vestidos de mujer, de aquellos que un día en Socha, recibieron el apoyo de un pueblo que se desnudó en la iglesia para darle sus ropas a los sin vestidos que subieron por las abruptas montañas heladas de Boyacá desde las tierras planas..Allí está el Pantano de Vargas esperando su visita para que los pueblos de América andina recuerden con amor que la libertad vuela sobre los campos de Boyacá. En algún lugar de este paraje hay unas fosas comunes llenas de cientos de esqueletos de españoles y patriotas abrazados hasta la eternidad. Cuando estudié en Tunja por los años de 1968 conocí al Maestro Arenas Betancourt y dialogamos sobre la fundición de los 14 lanceros los cuales pesan dos toneladas cada uno y que hoy se están oxidando porque un día los lavaron con productos químicos que les quitaron la capa protectora contra la oxidación y sobre ellos llueve ácido causado por la contaminación de la atmósfera y me parece ver al Maestro caminando por su monumento , el más grande de Colombia y donde cada llanero parece galopar en el viento y como un rayo caer sobre el enemigo el cual se aterrorizó cuando apareció como salido de un túnel del tiempo...dicen que por las noches se escuchan los gritos de la guerra y los rezos de Simón.
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