Entré a un restaurante y solicite una trucha al ajillo. Mientras esperaba el servicio solicitado llegó una familia compuesta de dos niños, dos jóvenes, un señor y su señora y una abuela. Todos tomaron la carta y pidieron su plato preferido. Cada uno pidió un plato diferente. La abuela no pudo leer la carta porque no trajo sus anteojos y no le preguntaron que deseaba comer. Los jóvenes hablaban por celular, los pequeños con una tableta jugaban el juego de moda: fútbol virtual y la pareja de adultos hablaban cada uno por su celular. La abuela se mantenía callada, no le hablaban. La abuela se levantó de la mesa y dijo: ya vengo y salió. Todos almorzaron y la abuela no apareció. Salieron a buscarla. Como no usa celular no pudieron llamarla. A la media hora regresó la abuela con una amiga de su misma edad y charlaban de todo y pidieron trucha a la marinera. Entraron los familiares de la abuela y daban gritos de alegría y decían: abuelita, te queremos mucho…
martes, 23 de septiembre de 2014
LA ABUELITA AMADA-REYNALDO CABALLERO CACERES
Entré a un restaurante y solicite una trucha al ajillo. Mientras esperaba el servicio solicitado llegó una familia compuesta de dos niños, dos jóvenes, un señor y su señora y una abuela. Todos tomaron la carta y pidieron su plato preferido. Cada uno pidió un plato diferente. La abuela no pudo leer la carta porque no trajo sus anteojos y no le preguntaron que deseaba comer. Los jóvenes hablaban por celular, los pequeños con una tableta jugaban el juego de moda: fútbol virtual y la pareja de adultos hablaban cada uno por su celular. La abuela se mantenía callada, no le hablaban. La abuela se levantó de la mesa y dijo: ya vengo y salió. Todos almorzaron y la abuela no apareció. Salieron a buscarla. Como no usa celular no pudieron llamarla. A la media hora regresó la abuela con una amiga de su misma edad y charlaban de todo y pidieron trucha a la marinera. Entraron los familiares de la abuela y daban gritos de alegría y decían: abuelita, te queremos mucho…
Entré a un restaurante y solicite una trucha al ajillo. Mientras esperaba el servicio solicitado llegó una familia compuesta de dos niños, dos jóvenes, un señor y su señora y una abuela. Todos tomaron la carta y pidieron su plato preferido. Cada uno pidió un plato diferente. La abuela no pudo leer la carta porque no trajo sus anteojos y no le preguntaron que deseaba comer. Los jóvenes hablaban por celular, los pequeños con una tableta jugaban el juego de moda: fútbol virtual y la pareja de adultos hablaban cada uno por su celular. La abuela se mantenía callada, no le hablaban. La abuela se levantó de la mesa y dijo: ya vengo y salió. Todos almorzaron y la abuela no apareció. Salieron a buscarla. Como no usa celular no pudieron llamarla. A la media hora regresó la abuela con una amiga de su misma edad y charlaban de todo y pidieron trucha a la marinera. Entraron los familiares de la abuela y daban gritos de alegría y decían: abuelita, te queremos mucho…
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