lunes, 8 de junio de 2015


LA RAZON DE LA LOCURA
LA LOCA DEL TEMPLO
Limpie bien el piso, barra bien, limpie los santos, las bancas, no coja la limosna, llegue antes de las cinco de la mañana, toque las campanas, salga por la noche, no sea perezosa. Ahora esta mujer deambula por las calles acompañada de perros, es la mujer más pobre de entre los pobres, come migajas, y lo que sobre es para sus consentidos como los llama. Repite continuamente: Limpie bien el piso, barra bien, limpie los santos, las bancas, no coja la limosna, llegue antes de las cinco de la mañana, toque las campanas, salga por la noche, no sea perezosa. Duerme en los rincones de cualquier casa, anda encorvada, casi su frente toca el suelo, el cura de la iglesia de un pueblo perdido en las montañas la retiró porque está enferma y daba gritos llamando a la Virgen dentro de la enorme iglesia de ochenta metros de larga y veinte de ancha, con cien  bancas de cinco metros de larga cada una, con veinte santos parados en los nichos, nunca tuvo un salario mínimo, ni seguridad social, ni horas extras, ni recargo nocturno, ni dominicales, ahora es desprotegida y laboró en la iglesia toda su vida. Para caminar arrastra los pies, su vestido está manchado de mugre, su mirada es serena, su cabello negro en desorden, su piel es blanca casi rosada y le faltan dientes. Tiende la mano esperando una moneda. Limpie bien el piso, barra bien, limpie los santos, las bancas, no coja la limosna, llegue antes de las cinco de la mañana, toque las campanas, salga por la noche, no sea perezosa.
CUENTOS AL AMANECER, REYNALDO CABALLERO CACERES.


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