jueves, 18 de febrero de 2016

Llegaron al motel en el carro deportivo de Aida Teresa y ambas reían como colegialas, declaró el personal que las atendió. Eran las diez de la noche y a launa de la mañana salió la dama de ojos color violeta quien se despidió en alta voz. Escucharon cuando dijo: duerma, descanse, nos vemos mañana y no se preocupe, yo pago todo. Hasta luego "mon amour". Salió del cuarto y lo cerró con llave, contó la camarera quien pasaba en ese momento revisando las piezas. CUENTO AL AMANECER, REYNALDO CABALLERO CACERES

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