domingo, 11 de enero de 2015


LA AVARICIA


Era un viernes en la mañana. El jefe de la mina me llamó y ordenó que acompañara al inspector de

 minas del gobierno a realizar un control en los frentes de trabajo de la mina de oro. Para el 

funcionario del estado era su última visita a la mina porque en un mes salía pensionado y esperaba 

obtener una buena cantidad de oro con esta visita. El jefe permitió que autorizaba coger todo el oro 

que quisiera y después acompañarlo al aeropuerto para su viaje de regreso a la capital. Es una mina 

bajo tierra y muy productiva. El inspector recogió las rocas que considero que tenían mucho oro y salió

 por la portería, la cual tenía orden de no requisarlo, lleno de alegría. Se fue contento. Como a la 

semana llamó por teléfono y me insultó, que lo había engañado, que las piedras que llevó solo son de 

cobre y no contienen casi oro. Respondí que él fue el que escogió el mineral y que yo no le cogí una 

sola muestra, que permanecí callado mientras el escondía por todas partes el mineral. Descubrí que

 el inspector no conocía el mineral de oro y su avaricia lo castigo.



REYNALDO CABALLERO CACERES.

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