sábado, 14 de mayo de 2016



EL ULTIMO ADIOS
Todos los días a las cinco de la mañana cuando todavía hay oscuridad de la noche, desde la ventana del apartamento donde vivo, miro la luz de una ventana de una casa de dos pisos que se encuentra a unos cincuenta metros de distancia y veo parado a un hombre que se mueve despacio y cuando sale el sol desaparece. Su ventana esta iluminada por una bombilla que permite reconocer al hombre. Un día lo mire a través de anteojos de larga distancia. Usa cachucha, tiene barba larga y el cabello largo.
Todos los días se ve en la ventana de su residencia. Con deseo de conocerlo timbre en esa casa y salió una señora de unos cincuenta años de edad. Comente que todos los días veo al señor parado en la ventana y deseo charlar con él. Esta mañana mientras lo miraba con los anteojos de larga distancia me saludo y me hizo señas para que lo visitara. La señora mostró una fotografía y le dije que era el mismo. La señora con tristeza contó que falleció hace dos años. No volvió a salir a la ventana, desapareció para siempre.

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