lunes, 9 de mayo de 2016



RECORDAR PARA VIVIR, REYNALDO CABALLERO CACERES.
En la escuela Emilio Pradilla, barrio Alvarez Restrepo, en Bucaramanga, celebraban el Dia de la Madre todos los años. Los niños que tenían la madre viva llevaban un clavel rojo y los que la tenían muerta un clavel blanco. Preparaba canciones como Mantelito Blanco, Silencio....hoy me acuerdo de esta canción porque me causaba tristeza.. Mi madre Sarita iba con mi padre Emigdio y tambien asistia mi nona Patricia quien me enseño esa canción..
Silencio en la noche.
Ya todo está en calma.
El músculo duerme.
La ambición descansa.
Meciendo una cuna,
una madre canta
un canto querido
que llega hasta el alma,
porque en esa cuna,
está su esperanza.
Eran cinco hermanos.
Ella era una santa.
Eran cinco besos
que cada mañana
rozaban muy tiernos
las hebras de plata
de esa viejecita
de canas muy blancas.
Eran cinco hijos
que al taller marchaban.
Silencio en la noche.
Ya todo está en calma.
El músculo duerme,
la ambición trabaja.
Un clarín se oye.
Peligra la Patria.
Y al grito de guerra
los hombres se matan
cubriendo de sangre
los campos de Francia.
Hoy todo ha pasado.
Renacen las plantas.
Un himno a la vida
los arados cantan.
Y la viejecita
de canas muy blancas
se quedó muy sola,
con cinco medallas
que por cinco héroes
la premió la Patria.
Silencio en la noche.
Ya todo está en calma.
El músculo duerme,
la ambición descansa...
Un coro lejano
de madres que cantan
mecen en sus cunas,
nuevas esperanzas.
Silencio en la noche.
Silencio en las almas...

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