GUAQUIRA , LA CIUDAD PERDIDA.
En una lancha con motor fuera de borda me dirijo a la isla San Pedro, ubicada en el hermoso Lago de Tota. A mitad del trayecto empezó a llover; las gotas son grandes y frías, muy frías. Comenzó una tormenta eléctrica y las olas se levantan hacia el cielo. Una neblina cubrió todo. No se ve a un metro. Estamos perdidos en medio de este gran lago. La lancha se hundió en las aguas y una fuerza tremenda me llevaba al fondo del lago. Camine por un sendero y era guiado por unos peces que ven en la oscuridad, hasta llegar a una ciudad de piedra. Un anciano hablo que estaba en Guaquira, la ciudad de los muiscas, que un día fue inundada por el lago y no volvieron a saber de ella y de sus habitantes. En Guaquira se veían sus pobladores y realizaban diferentes actividades. Son seres del agua. El anciano me dijo que era hora de regresar. Aparecí tendido en una playa blanca. Unos campesinos comentaron que llevaban varios días buscándome. No podía moverme. Me llevaron a un bonito hotel y me acostaron en una cama cubierto de cobijas de lana. Desperté a las 48 horas de estar allí calentándome. Pregunte por el motorista y contaron que encontraron el cadáver a los tres días. Hoy solo recuerdo a Guaquira, la ciudad perdida de los muiscas que reposa en el fondo del lago.
En una lancha con motor fuera de borda me dirijo a la isla San Pedro, ubicada en el hermoso Lago de Tota. A mitad del trayecto empezó a llover; las gotas son grandes y frías, muy frías. Comenzó una tormenta eléctrica y las olas se levantan hacia el cielo. Una neblina cubrió todo. No se ve a un metro. Estamos perdidos en medio de este gran lago. La lancha se hundió en las aguas y una fuerza tremenda me llevaba al fondo del lago. Camine por un sendero y era guiado por unos peces que ven en la oscuridad, hasta llegar a una ciudad de piedra. Un anciano hablo que estaba en Guaquira, la ciudad de los muiscas, que un día fue inundada por el lago y no volvieron a saber de ella y de sus habitantes. En Guaquira se veían sus pobladores y realizaban diferentes actividades. Son seres del agua. El anciano me dijo que era hora de regresar. Aparecí tendido en una playa blanca. Unos campesinos comentaron que llevaban varios días buscándome. No podía moverme. Me llevaron a un bonito hotel y me acostaron en una cama cubierto de cobijas de lana. Desperté a las 48 horas de estar allí calentándome. Pregunte por el motorista y contaron que encontraron el cadáver a los tres días. Hoy solo recuerdo a Guaquira, la ciudad perdida de los muiscas que reposa en el fondo del lago.
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