jueves, 30 de octubre de 2014
EL ULTIMO ADIOS-Reynaldo Caballero Cáceres
Todos los días a las cinco de la mañana cuando todavía hay oscuridad de la noche, desde la ventana
del apartamento donde vivo, miro la luz de una ventana de una casa de dos pisos que se encuentra a
unos cincuenta metros de distancia y veo parado a un hombre que se mueve despacio y cuando sale
el sol desaparece. Su ventana esta iluminada por una bombilla que permite reconocer al hombre. Un
día lo mire a través de anteojos de larga distancia. Usa cachucha, tiene barba larga y el cabello largo.
Todos los días se ve en la ventana de su residencia. Con deseo de conocerlo timbre en esa casa y
salió una señora de unos cincuenta años de edad. Comente que todos los días veo al señor parado en
la ventana y deseo charlar con él. Esta mañana mientras lo miraba con los anteojos de larga distancia
me saludo y me hizo señas para que lo visitara. La señora mostró una fotografía y le dije que era el
mismo. La señora con tristeza contó que falleció hace dos años. No volvió a salir a la ventana,
desapareció para siempre.
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