Descendimos de San Lázaro y Bolívar almorzó en Runta, un restaurante muy conocido, un rico y sabroso cuchuco con hueso de marrano, morcillas, papa criolla, longaniza, y Simón recordó que así lo llamaban sus enemigos y le gritaban: “Longaniza, longaniza, adiós longaniza, no vuelva”. Al pasar por el “El Bosque” se detuvo unos minutos en el “paredón” y ordenó que lo arreglen con cariño, que los ciudadanos que fueron fusilados en este lugar dieron su vida por la patria. Lo arreglan o lo arreglan...
CUENTO AL AMANECER, REYNALDO CABALLERO CACERES.
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