jueves, 17 de marzo de 2016

El soldado caminaba con mucho cuidado por la selva. Un mico lo miro y empezó a chillar. Habían amaestrado algunos micos para que dieran aviso de la presencia de la tropa. El soldado se tendió y no daba muestras de vida. Escuchó voces y eran voces amigas. Se levantó y se puso a imitar el trinar de un pájaro. Había descubierto una caneca llena de coca en el lugar donde se había tendido. Marcó con su cuchillo un árbol con sus iniciales y regresó al lugar con la vuelta del tiempo. Saco varios paquetes de coca y de pronto explotó una mina. Al soldado lo encontraron muerto cubriendo la caneca.
Cuento al amanecer.
REYNALDO CABALLERO CACERES.

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