miércoles, 13 de mayo de 2015


EL PROFE

Salió en las horas de la madrugada por el camino que lo lleva a la escuela donde enseña a los niños de esta perdida vereda. Escuchó el trinar de las aves en  concierto que viene de la selva cercana. El sol salía y hoy va a llover como sucede todos los días. Los niños siempre llegan cumplidos a clases. Alcanzó a un grupo de guerrilleros que marchan con diez soldados amarrados y encadenados. Dialogó con el comandante de este grupo. Están trasladando prisioneros de guerra  a un lugar cerca del rio. Los niños que asisten a la escuela son hijos de guerrilleros. En esta escuela no hay grados de estudio, el  profesor enseña a leer, a escribir y a cultivar. Un guerrillero sacó del morral unos libros y el profesor los recibió con alegría, son cuentos de escritores latinoamericanos y un libro de cuentos de Gabriel García Márquez. Cuando llegaron a la escuela el grupo de prisioneros descansó. Son soldados que se rindieron cuando la toma de un pueblo y después de varias horas de combate  agotaron  la munición y debieron entregarse. La gran mayoría de ellos son de origen campesino de regiones muy distantes. Fueron reclutados en las plazas de mercado de cualquier pueblo. Son las siete de la mañana y no han llegado los niños pero ellos  están enterados del movimiento de la guerrilla y hoy no asisten  a clases. Ayer un niño dijo:  “profe nos vemos hasta pasado mañana”. No entendió,  pero hoy comprendió al  alumno. Acostaron a los prisioneros en el suelo y los cubrieron con ramas. Como a cien metros de la escuela  preparan el desayuno para todos. Salió una comisión con armas de viento para cazar. Evitan hacer ruido con armas de fuego. Del rio trajeron pescados y de la selva unos cuantos micos y pájaros. El comandante de este grupo tiene barba y usa una boina al estilo del Che Guevara. Recordó cuando en la universidad donde estudio licenciatura en Ciencias Sociales, los compañeros de izquierda lucían boinas con una estrella roja y cerraban la universidad por motivos que a veces no se entendían, pero ellos eran la fuerza que defendían a los estudiantes. Las huelgas estudiantiles eran para resolver problemas de la universidad. También había grupos de derecha y  usaban boinas rojas y brazaletes con un rombo negro, eran fascistas dirigidos por un profesor. Los guerrilleros colocaron minas quiebra patas como a doscientos metros de la escuela; comentaron que las quitaban antes de marcharse, que no me preocupara. Cuando llegó el profesor a esta región enviado por la Secretaria de Educación, no había escuela. Los niños trabajaban con los padres en la extracción de oro de las arenas del rio. El oro de aluvión es bien pago. Corrió  el rumor que salía abundante oro, entonces empezó a llegar gente de otros municipios y se ubicaban cerca al rio; construían cambuches para vivir. Fue creciendo un pueblo minero sin casas, ni iglesia, ni escuela, ni calles, ni plaza, ni parques. Era un montón de cambuches construidos en cualquier lugar. Cuando este pueblo de mineros se acabó, solo quedaron en la arena los pozos que hicieron para bajar unos diez metros de profundidad y llegar al antiguo lecho del rio. El profesor recién llegado a este lugar habló con el líder de los mineros sobre los niños que deben asistir a la escuela que piensa construir en un lugar elevado pero cerca al rio. Seleccionaron a los niños entre 7 y 12 años de edad. Los mayores de 13 permanecerán laborando en los pozos. Ordenaron que cinco mineros cortaran bambú para construir la escuela en el lugar escogido. Cortaron largas varas de bambú e iniciaron la construcción de la escuela. A los quince días  terminaron. El profesor desapareció por unos días y regresó con una mula trayendo una carga. Descargó varios bultos los cuales fueron dejados en la escuela. Trajo cartillas, cuadernos, pizarras, un tablero, lápices de colores, libros para colorear, cajas de tiza blanca y de colores, reglas de madera, escuadras, un mapamundi de inflar y un mapa de Colombia. El primer lunes de mayo empezaron las clases con cuarenta niños, veinte varones y veinte niñas. En una larga vara izó la bandera de Colombia, la cual se veía desde lejos. La escuela fue construida totalmente con bambú. Un día llegó un sacerdote quien cruzó el rio a nado con la sotana y un bulto de ropa en la cabeza. Los mineros lo recibieron con alegría y el sacerdote empezó a integrarse a esta comunidad de gente aventurera. Algunas están aquí escondiéndose de la justicia, otros son recién salidos de la cárcel y al no encontrar trabajo se vinieron con la mujer y los hijos al laboreo minero atraídos por las leyendas que en esta arena sale oro del tamaño de  un puño de la mano. Todos los viernes arriban compradores de oro y vendedores de armas cortas de fuego. También empezaron a llegar mujeres de la “vida alegre” y abrieron cantinas en caneyes que construyeron para tal motivo. Un domingo un muchacho que se emborrachó disparó el revolver contra el pecho de su mejor amigo quien murió en el acto. Al muerto lo echaron rio abajo y al agresor lo amarraron a un árbol hasta que se reunió un comité de justicia y juzgado ante todos los mineros a cien fuetazos, después a permanecer en un cepo durante un mes solo a sorbos de agua. Si al mes todavía está vivo lo expulsan de la región. El asesino murió una madrugada a los veinte días. El cadáver fue lanzado al rio. El sacerdote alcanzó a confesarlo. El profesor enseño a los niños a cantar el himno de Colombia y todos los lunes antes de empezar clases izan la bandera de la patria. Los domingos el cura espera a sus feligreses en la escuela donde realiza la Santa Misa. Concurren con las esposas, los hijos y abuelos. El sacerdote habla de liberación. Es de origen español. Una cruz de madera colocó dentro del salón y otra  cruz grande elaborada con bambú a la entrada. Desde lejos se observa la Santa Cruz o cruz de la misión.   Con el paso del tiempo el cura invita a las parejas a casarse y dejen de vivir en unión libre. El profesor invitó a su amigo el sacerdote a realizar las clases de religión o catequesis. El profe como le llaman recuerda al capellán de la universidad, un cura revolucionario, quien invitaba  a los estudiantes a la lucha social, sin violencia, a defender los derechos humanos, a exigir al gobierno empleo para todo el pueblo. Un día el capellán desapareció y comentaron que partió para la guerrilla a decir misa. Algunos discípulos de este sacerdote se retiraron de la universidad y también partieron para el monte y otros ingresaron al seminario. El profe recuerda a uno de sus mejores compañeros de estudio quien ingresó al  seminario de los jesuitas en Honduras. La vida en esta comunidad minera del oro es pesada y no tienen tecnología para lograr extraer una buena cantidad de oro. Los niños descienden por el pozo hasta el fondo y allí llenan una batea con arena y cuando jalan el lazo que los sostienen,  lo izan despacio empleando un torno de madera. A lado y lado del pozo clavan dos palos con horqueta y hacen descansar una viga redonda apoyada en las horquetas y en el envuelven el lazo. Al niño lo sientan en un travesaño que está amarrado a la punta libre de la soga. Dos hombres le dan vueltas y el niño asciende con la batea llena de arena. Una mujer recibe la batea y la lleva a la orilla del rio donde con movimientos giratorias el oro se va concentrado en las paredes de la batea. Son chispas de oro. Vamos a barequear, dicen. Los mineros construyen los pozos a todo lo largo del playón. Un techo de palma  evita que la lluvia  inunde el pozo . Están llegando hombres que vienen huyendo de una región distante donde los aviones de fumigación están asperzando con glifosato los cultivos de coca. Ellos se integran al trabajo minero y hablan de desviar el rio para sacar más oro del lecho. Otros dicen que deben traer dragalinas o dragas. Ahora los hombres portan a la cintura un revolver 38 largo. Una noche apareció la guerrilla y reclutó a todos los hombres entre 20 y 30 años de edad y muchachas de quince años. Marcharon como cincuenta mineros. Los vieron partir antes de salir el sol. Al medio día regresaron unos trabajadores que se habían escondido en el monte. También llevaron mujeres. El comandante dialogó con el profesor y  dejó una caja con varias docenas de latas de sardinas, leche condensada y una caja de pan para los niños. El sacerdote se fue con la guerrilla. Se despidió del profesor y dijo que él había venido de España a integrarse a la lucha armada. Empezaron a hablar de conformar una cooperativa minera de explotación y comercialización de oro. Ha pasado un año desde que el profesor abrió la escuela y están llegando niños de siete años y se llevan a trabajar a los que cumplen trece . Las niñas mayores de trece años realizan oficios en la cocina comunal donde preparan el alimento de todos. Cocinan en  inmensas ollas de aluminio que colocan en fogones de tres piedras y usan leña . Preparan un plato único de sopa con plátano, frijol, yuca, carne de res, arroz. Acompañan el almuerzo con una totumada de guarapo. En la región hay caña de azúcar la cual es empleada para elaborar esta bebida. Dejaron de vivir en cambuches y pasaron a construir bohíos donde cuelgan las hamacas y levantaron una maloca para las reuniones de la comunidad y para celebrar los matrimonios y fiestas sociales. El sacerdote  dejo al profesor un libro de oraciones que se deben decir para celebrar matrimonio  y el bautismo. Con agua del rio el profe bautiza los niños. Conformaron un grupo musical compuesto de guitarra, tiple, guacharaca, cucharas de palo,  maracas. A veces por las noches se escuchan las canciones que brotan con sentimiento. Una de las canciones que al profesor le gusta escuchar es “Pescador, lucero y rio”. A veces la canta con amor mirando al rio y mirando el cielo tachonado de estrellas y luceros. Una noche llamaron al profesor y el responsable de la cooperativa  dijo que debía abandonar en forma inmediata la zona minera como llaman este lugar y regresar dentro de tres días. Algo va a pasar. No querían que permaneciera en este sitio porque va a suceder algo peligroso para la vida del profe.  Un minero cortó un vástago de mata de plátano, lo lanzó a las aguas del rio, se sentó en el y le grito al profe que se sentara atrás y se agarrara fuertemente de la cintura. El vástago empezó a entrar en la corriente, y descendía por el centro del rio a gran velocidad. El profesor cerró los ojos y empezó a rezar avemarías y padre nuestros. El susto fue tremendo y al fin cruzaron el rio. El minero le indico un camino y  dijo que lo siguiera, que no se fuera a salir del sendero porque hay sembradas minas. Hay luna llena y el firmamento se ve un manto de estrellas. Debe dirigirse al pueblo y hospedarse en la única posada que hay y  esperar hasta que vayan a recogerlo. Camina con angustia y todo empapado. Ascendió a un lugar elevado y desde el cerro observó las luces del pueblo. Llegó a la media noche  y camino por una calle solitaria pero estaba seguro que lo  miraban pasar. Llegó a la posada que está ubicada en el parque, golpeó en la puerta y casi al instante una mujer  abrió y lo invitó a pasar. “Lo estaba esperando y aquí tiene una muda de ropa, aquí está su cama, descanse y no piense, no vaya a salir si escucha gritos. No salga por nada del mundo”. En  la madrugada se escuchó el canto de unos gallos y una balacera que duró como dos horas. En las horas de la mañana en el pueblo reinaba el silencio. El profe se levantó  al medio día y habló con la mujer que lo había recibido la noche anterior. “No vaya a salir, póngase a leer y esperemos a ver qué sucede”. La mujer  trajo un libro de cuentos y el profe distrajo su tiempo leyendo a  Eduardo Caballero Calderón. Al siguiente día salió al pueblo y estuvo charlando con el párroco un buen rato quien comentó que había pasado el ejército detrás de un grupo de guerrilleros y que fue emboscado cerca de la zona minera. Mataron a varios soldados y los botaron al rio. Cogieron a varios soldados presos y se los llevaron encadenados. En este pueblo no hay policías, ni juez, ni alcalde, todos se fueron hace meses para la capital. El alcalde gobierna desde allá y manda razones. La guerrilla lo tiene amenazado de muerte y la policía tuvo que retirarse porque aplicaron plan pistola para matarlos uno por uno y quitarles los fusiles, por eso se fueron. Al juez también lo amenazaron y se marchó para la capital. El colegio todavía está funcionando y los muchachos están siendo reclutados por la guerrilla, por el ejército y por los sembradores de coca que ofrecen buen dinero. La muchachas mayores de catorce años se fueron del pueblo, solo quedan mujeres, niños y ancianos y algunos hombres discapacitados. Muchas familias abandonaron el pueblo y se ubicaron en  la capital. Por todas partes se observan avisos de venta de casas las cuales están cerradas y en la puerta colocaron  enormes candados. Alguien colocó un aviso de venta en la alcaldía. Se vende, se arrienda o se ven- permuta. Una noche el profesor se vistió de mujer y  acompañado con la dueña del hotel  caminaron hasta la casa de una hermana de ella. Rumoran que el ejército está buscando al profe para matarlo y lanzarlo al rio. Estas mujeres quienes ayudan a cambiar de lugar al profe  corren peligro si las llegan a descubrir.  Otra noche se escucharon explosiones de bombas y  ráfagas de ametralladoras y de fusiles en la zona minera. El ejército realizó una operación militar y se tomó la zona, incendiaron los cambuches y bohíos, los caneyes, murieron bastantes mineros y los cadáveres los botaron al rio. Por el pueblo pasaron las tropas y llevaban a varios mineros amarrados.  Por una rendija en la ventana el profesor miraba pasar a los soldados quienes se retiran con los presos, y alcanzó a reconocer a algunos. Con dificultad caminaba el minero que cubrió el techo de la  escuela con hojas de palma. Días más tarde contaron que en  la zona minera no quedo en pie nada, hasta la escuela fue quemada. El profesor continúa escondido en la casa donde una noche llegó disfrazado de mujer. Todos los días sale al solar de la casa durante una hora a tomar sol. La dueña de esta  casa es una viuda quien perdió el esposo en un accidente. Es joven y bonita, no tiene hijos y vive sola en esta inmensa casona que un día fue habitada por una numerosa familia, compuesta de más de quince personas ,  pero todos se fueron para la capital y la viuda se quedó esperando mejores tiempos. Cuando termine el conflicto regresaran y este pueblo volverá a florecer. Empezó una amistad amorosa con el profe quien todas las noches leía en altavoz cuentos de autores colombianos. Al mes salió el profesor y partió para la antigua zona minera. La desolación reina en este sitio, encontró una cartilla para aprender a leer. Empezaron a llegar mujeres con sus hijos quienes habían escapado de la destrucción que realizó el ejército. Contaron que los que pudieron huir se incorporaron a  la guerrilla y que los mineros que el ejército capturó  los encontraron con tiros en la cabeza, y dijeron que eran guerrilleros y que habían muerto en una emboscada.  Empezaron a construir ranchos y comenzó a formarse un campamento de solo mujeres y niños de diferentes edades. Toda esta destruido y los pozos donde extraían el oro están llenos de agua y son un peligro, alguien puede caer en ellos. Llegaron unos muchachos a ayudar a salir adelante a estas familias. Trajeron motobombas para secar los pozos. Lentamente esta recuperándose esta villa como ellos la llaman, la bautizaron  Villa de Oro. El profesor volvió a construir con bambú la escuela en el mismo sitio de la anterior y la llamó Escuela Santa Inés en homenaje a la dama que lo espera en el pueblo, cuyo nombre es Inés.  El profe construyó en un sitio elevado una casa en bambú y allí vive feliz. Todos los días madruga a la escuela y empieza clases a las siete de la mañana. Ayer no hubo clases por el paso de la guerrilla trasladando prisioneros de guerra a otro lugar más seguro. El profesor caminaba tranquilo por el sendero que lo lleva a la escuela Santa Inés cuando pisó una mina dejada por la guerrilla y voló por los aires. Al profesor lo enterraron a la entrada de su casa de bambú y en una tabla escribieron “aquí yace el profe”.

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