EL PROFE
Salió en las
horas de la madrugada por el camino que lo lleva a la escuela donde enseña a
los niños de esta perdida vereda. Escuchó el trinar de las aves en concierto que viene de la selva cercana. El
sol salía y hoy va a llover como sucede todos los días. Los niños siempre
llegan cumplidos a clases. Alcanzó a un grupo de guerrilleros que marchan con
diez soldados amarrados y encadenados. Dialogó con el comandante de este grupo.
Están trasladando prisioneros de guerra
a un lugar cerca del rio. Los niños que asisten a la escuela son hijos
de guerrilleros. En esta escuela no hay grados de estudio, el profesor enseña a leer, a escribir y a
cultivar. Un guerrillero sacó del morral unos libros y el profesor los recibió
con alegría, son cuentos de escritores latinoamericanos y un libro de cuentos
de Gabriel García Márquez. Cuando llegaron a la escuela el grupo de prisioneros
descansó. Son soldados que se rindieron cuando la toma de un pueblo y después
de varias horas de combate agotaron la munición y debieron entregarse. La gran
mayoría de ellos son de origen campesino de regiones muy distantes. Fueron
reclutados en las plazas de mercado de cualquier pueblo. Son las siete de la
mañana y no han llegado los niños pero ellos están enterados del movimiento de la guerrilla
y hoy no asisten a clases. Ayer un niño
dijo: “profe nos vemos hasta pasado
mañana”. No entendió, pero hoy
comprendió al alumno. Acostaron a los
prisioneros en el suelo y los cubrieron con ramas. Como a cien metros de la
escuela preparan el desayuno para todos.
Salió una comisión con armas de viento para cazar. Evitan hacer ruido con armas
de fuego. Del rio trajeron pescados y de la selva unos cuantos micos y pájaros.
El comandante de este grupo tiene barba y usa una boina al estilo del Che
Guevara. Recordó cuando en la universidad donde estudio licenciatura en
Ciencias Sociales, los compañeros de izquierda lucían boinas con una estrella
roja y cerraban la universidad por motivos que a veces no se entendían, pero
ellos eran la fuerza que defendían a los estudiantes. Las huelgas estudiantiles
eran para resolver problemas de la universidad. También había grupos de derecha
y usaban boinas rojas y brazaletes con
un rombo negro, eran fascistas dirigidos por un profesor. Los guerrilleros
colocaron minas quiebra patas como a doscientos metros de la escuela; comentaron
que las quitaban antes de marcharse, que no me preocupara. Cuando llegó el
profesor a esta región enviado por la Secretaria de Educación, no había
escuela. Los niños trabajaban con los padres en la extracción de oro de las
arenas del rio. El oro de aluvión es bien pago. Corrió el rumor que salía abundante oro, entonces empezó
a llegar gente de otros municipios y se ubicaban cerca al rio; construían
cambuches para vivir. Fue creciendo un pueblo minero sin casas, ni iglesia, ni
escuela, ni calles, ni plaza, ni parques. Era un montón de cambuches construidos
en cualquier lugar. Cuando este pueblo de mineros se acabó, solo quedaron en la
arena los pozos que hicieron para bajar unos diez metros de profundidad y
llegar al antiguo lecho del rio. El profesor recién llegado a este lugar habló
con el líder de los mineros sobre los niños que deben asistir a la escuela que
piensa construir en un lugar elevado pero cerca al rio. Seleccionaron a los
niños entre 7 y 12 años de edad. Los mayores de 13 permanecerán laborando en
los pozos. Ordenaron que cinco mineros cortaran bambú para construir la escuela
en el lugar escogido. Cortaron largas varas de bambú e iniciaron la
construcción de la escuela. A los quince días terminaron. El profesor desapareció por unos
días y regresó con una mula trayendo una carga. Descargó varios bultos los
cuales fueron dejados en la escuela. Trajo cartillas, cuadernos, pizarras, un
tablero, lápices de colores, libros para colorear, cajas de tiza blanca y de
colores, reglas de madera, escuadras, un mapamundi de inflar y un mapa de
Colombia. El primer lunes de mayo empezaron las clases con cuarenta niños,
veinte varones y veinte niñas. En una larga vara izó la bandera de Colombia, la
cual se veía desde lejos. La escuela fue construida totalmente con bambú. Un
día llegó un sacerdote quien cruzó el rio a nado con la sotana y un bulto de
ropa en la cabeza. Los mineros lo recibieron con alegría y el sacerdote empezó
a integrarse a esta comunidad de gente aventurera. Algunas están aquí
escondiéndose de la justicia, otros son recién salidos de la cárcel y al no
encontrar trabajo se vinieron con la mujer y los hijos al laboreo minero
atraídos por las leyendas que en esta arena sale oro del tamaño de un puño de la mano. Todos los viernes arriban
compradores de oro y vendedores de armas cortas de fuego. También empezaron a
llegar mujeres de la “vida alegre” y abrieron cantinas en caneyes que
construyeron para tal motivo. Un domingo un muchacho que se emborrachó disparó el
revolver contra el pecho de su mejor amigo quien murió en el acto. Al muerto lo
echaron rio abajo y al agresor lo amarraron a un árbol hasta que se reunió un
comité de justicia y juzgado ante todos los mineros a cien fuetazos, después a
permanecer en un cepo durante un mes solo a sorbos de agua. Si al mes todavía
está vivo lo expulsan de la región. El asesino murió una madrugada a los veinte
días. El cadáver fue lanzado al rio. El sacerdote alcanzó a confesarlo. El
profesor enseño a los niños a cantar el himno de Colombia y todos los lunes
antes de empezar clases izan la bandera de la patria. Los domingos el cura
espera a sus feligreses en la escuela donde realiza la Santa Misa. Concurren
con las esposas, los hijos y abuelos. El sacerdote habla de liberación. Es de
origen español. Una cruz de madera colocó dentro del salón y otra cruz grande elaborada con bambú a la entrada.
Desde lejos se observa la Santa Cruz o cruz de la misión. Con el paso del tiempo el cura invita a las
parejas a casarse y dejen de vivir en unión libre. El profesor invitó a su
amigo el sacerdote a realizar las clases de religión o catequesis. El profe
como le llaman recuerda al capellán de la universidad, un cura revolucionario,
quien invitaba a los estudiantes a la
lucha social, sin violencia, a defender los derechos humanos, a exigir al
gobierno empleo para todo el pueblo. Un día el capellán desapareció y comentaron
que partió para la guerrilla a decir misa. Algunos discípulos de este sacerdote
se retiraron de la universidad y también partieron para el monte y otros
ingresaron al seminario. El profe recuerda a uno de sus mejores compañeros de
estudio quien ingresó al seminario de
los jesuitas en Honduras. La vida en esta comunidad minera del oro es pesada y
no tienen tecnología para lograr extraer una buena cantidad de oro. Los niños
descienden por el pozo hasta el fondo y allí llenan una batea con arena y
cuando jalan el lazo que los sostienen, lo izan despacio empleando un torno de madera.
A lado y lado del pozo clavan dos palos con horqueta y hacen descansar una viga
redonda apoyada en las horquetas y en el envuelven el lazo. Al niño lo sientan
en un travesaño que está amarrado a la punta libre de la soga. Dos hombres le
dan vueltas y el niño asciende con la batea llena de arena. Una mujer recibe la
batea y la lleva a la orilla del rio donde con movimientos giratorias el oro se
va concentrado en las paredes de la batea. Son chispas de oro. Vamos a barequear,
dicen. Los mineros construyen los pozos a todo lo largo del playón. Un techo de
palma evita que la lluvia inunde el pozo . Están llegando hombres que
vienen huyendo de una región distante donde los aviones de fumigación están
asperzando con glifosato los cultivos de coca. Ellos se integran al trabajo
minero y hablan de desviar el rio para sacar más oro del lecho. Otros dicen que
deben traer dragalinas o dragas. Ahora los hombres portan a la cintura un
revolver 38 largo. Una noche apareció la guerrilla y reclutó a todos los
hombres entre 20 y 30 años de edad y muchachas de quince años. Marcharon como
cincuenta mineros. Los vieron partir antes de salir el sol. Al medio día
regresaron unos trabajadores que se habían escondido en el monte. También
llevaron mujeres. El comandante dialogó con el profesor y dejó una caja con varias docenas de latas de
sardinas, leche condensada y una caja de pan para los niños. El sacerdote se
fue con la guerrilla. Se despidió del profesor y dijo que él había venido de
España a integrarse a la lucha armada. Empezaron a hablar de conformar una
cooperativa minera de explotación y comercialización de oro. Ha pasado un año
desde que el profesor abrió la escuela y están llegando niños de siete años y
se llevan a trabajar a los que cumplen trece . Las niñas mayores de trece años
realizan oficios en la cocina comunal donde preparan el alimento de todos. Cocinan
en inmensas ollas de aluminio que
colocan en fogones de tres piedras y usan leña . Preparan un plato único de
sopa con plátano, frijol, yuca, carne de res, arroz. Acompañan el almuerzo con
una totumada de guarapo. En la región hay caña de azúcar la cual es empleada
para elaborar esta bebida. Dejaron de vivir en cambuches y pasaron a construir
bohíos donde cuelgan las hamacas y levantaron una maloca para las reuniones de
la comunidad y para celebrar los matrimonios y fiestas sociales. El sacerdote dejo al profesor un libro de oraciones que se
deben decir para celebrar matrimonio y el
bautismo. Con agua del rio el profe bautiza los niños. Conformaron un grupo
musical compuesto de guitarra, tiple, guacharaca, cucharas de palo, maracas. A veces por las noches se escuchan
las canciones que brotan con sentimiento. Una de las canciones que al profesor
le gusta escuchar es “Pescador, lucero y rio”. A veces la canta con amor
mirando al rio y mirando el cielo tachonado de estrellas y luceros. Una noche
llamaron al profesor y el responsable de la cooperativa dijo que debía abandonar en forma inmediata la
zona minera como llaman este lugar y regresar dentro de tres días. Algo va a
pasar. No querían que permaneciera en este sitio porque va a suceder algo
peligroso para la vida del profe. Un
minero cortó un vástago de mata de plátano, lo lanzó a las aguas del rio, se
sentó en el y le grito al profe que se sentara atrás y se agarrara fuertemente
de la cintura. El vástago empezó a entrar en la corriente, y descendía por el
centro del rio a gran velocidad. El profesor cerró los ojos y empezó a rezar
avemarías y padre nuestros. El susto fue tremendo y al fin cruzaron el rio. El
minero le indico un camino y dijo que lo
siguiera, que no se fuera a salir del sendero porque hay sembradas minas. Hay
luna llena y el firmamento se ve un manto de estrellas. Debe dirigirse al
pueblo y hospedarse en la única posada que hay y esperar hasta que vayan a recogerlo. Camina
con angustia y todo empapado. Ascendió a un lugar elevado y desde el cerro observó
las luces del pueblo. Llegó a la media noche
y camino por una calle solitaria pero estaba seguro que lo miraban pasar. Llegó a la posada que está
ubicada en el parque, golpeó en la puerta y casi al instante una mujer abrió y lo invitó a pasar. “Lo estaba
esperando y aquí tiene una muda de ropa, aquí está su cama, descanse y no
piense, no vaya a salir si escucha gritos. No salga por nada del mundo”. En la madrugada se escuchó el canto de unos
gallos y una balacera que duró como dos horas. En las horas de la mañana en el
pueblo reinaba el silencio. El profe se levantó al medio día y habló con la mujer que lo había
recibido la noche anterior. “No vaya a salir, póngase a leer y esperemos a ver
qué sucede”. La mujer trajo un libro de
cuentos y el profe distrajo su tiempo leyendo a Eduardo Caballero Calderón. Al siguiente día
salió al pueblo y estuvo charlando con el párroco un buen rato quien comentó
que había pasado el ejército detrás de un grupo de guerrilleros y que fue
emboscado cerca de la zona minera. Mataron a varios soldados y los botaron al
rio. Cogieron a varios soldados presos y se los llevaron encadenados. En este
pueblo no hay policías, ni juez, ni alcalde, todos se fueron hace meses para la
capital. El alcalde gobierna desde allá y manda razones. La guerrilla lo tiene
amenazado de muerte y la policía tuvo que retirarse porque aplicaron plan
pistola para matarlos uno por uno y quitarles los fusiles, por eso se fueron. Al
juez también lo amenazaron y se marchó para la capital. El colegio todavía está
funcionando y los muchachos están siendo reclutados por la guerrilla, por el
ejército y por los sembradores de coca que ofrecen buen dinero. La muchachas
mayores de catorce años se fueron del pueblo, solo quedan mujeres, niños y
ancianos y algunos hombres discapacitados. Muchas familias abandonaron el pueblo
y se ubicaron en la capital. Por todas
partes se observan avisos de venta de casas las cuales están cerradas y en la
puerta colocaron enormes candados.
Alguien colocó un aviso de venta en la alcaldía. Se vende, se arrienda o se
ven- permuta. Una noche el profesor se vistió de mujer y acompañado con la dueña del hotel caminaron hasta la casa de una hermana de ella.
Rumoran que el ejército está buscando al profe para matarlo y lanzarlo al rio.
Estas mujeres quienes ayudan a cambiar de lugar al profe corren peligro si las llegan a descubrir. Otra noche se escucharon explosiones de
bombas y ráfagas de ametralladoras y de
fusiles en la zona minera. El ejército realizó una operación militar y se tomó
la zona, incendiaron los cambuches y bohíos, los caneyes, murieron bastantes
mineros y los cadáveres los botaron al rio. Por el pueblo pasaron las tropas y
llevaban a varios mineros amarrados. Por
una rendija en la ventana el profesor miraba pasar a los soldados quienes se
retiran con los presos, y alcanzó a reconocer a algunos. Con dificultad
caminaba el minero que cubrió el techo de la escuela con hojas de palma. Días más tarde
contaron que en la zona minera no quedo
en pie nada, hasta la escuela fue quemada. El profesor continúa escondido en la
casa donde una noche llegó disfrazado de mujer. Todos los días sale al solar de
la casa durante una hora a tomar sol. La dueña de esta casa es una viuda quien perdió el esposo en un
accidente. Es joven y bonita, no tiene hijos y vive sola en esta inmensa casona
que un día fue habitada por una numerosa familia, compuesta de más de quince
personas , pero todos se fueron para la
capital y la viuda se quedó esperando mejores tiempos. Cuando termine el
conflicto regresaran y este pueblo volverá a florecer. Empezó una amistad
amorosa con el profe quien todas las noches leía en altavoz cuentos de autores
colombianos. Al mes salió el profesor y partió para la antigua zona minera. La
desolación reina en este sitio, encontró una cartilla para aprender a leer.
Empezaron a llegar mujeres con sus hijos quienes habían escapado de la
destrucción que realizó el ejército. Contaron que los que pudieron huir se incorporaron
a la guerrilla y que los mineros que el
ejército capturó los encontraron con
tiros en la cabeza, y dijeron que eran guerrilleros y que habían muerto en una
emboscada. Empezaron a construir ranchos
y comenzó a formarse un campamento de solo mujeres y niños de diferentes
edades. Toda esta destruido y los pozos donde extraían el oro están llenos de
agua y son un peligro, alguien puede caer en ellos. Llegaron unos muchachos a
ayudar a salir adelante a estas familias. Trajeron motobombas para secar los
pozos. Lentamente esta recuperándose esta villa como ellos la llaman, la
bautizaron Villa de Oro. El profesor
volvió a construir con bambú la escuela en el mismo sitio de la anterior y la llamó
Escuela Santa Inés en homenaje a la dama que lo espera en el pueblo, cuyo
nombre es Inés. El profe construyó en un
sitio elevado una casa en bambú y allí vive feliz. Todos los días madruga a la
escuela y empieza clases a las siete de la mañana. Ayer no hubo clases por el
paso de la guerrilla trasladando prisioneros de guerra a otro lugar más seguro.
El profesor caminaba tranquilo por el sendero que lo lleva a la escuela Santa
Inés cuando pisó una mina dejada por la guerrilla y voló por los aires. Al
profesor lo enterraron a la entrada de su casa de bambú y en una tabla
escribieron “aquí yace el profe”.
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