martes, 24 de noviembre de 2015


De Iguaque llegaron unos señores que lucen todo de negro: ruanas, sombreros, pantalones y alpargatas negras; vienen acompañados de mujeres totalmente vestidas de negro; una de ellas luce un rebozo largo que la cubre de pies a cabeza. El empedrado de las calles deja oír su canto al paso de los caballos y de las carretas. La Plaza principal es inmensa, opinan que es la más grande de América. Están plenamente convencidos que es la más grande. De una tienda sale música de tiple; allí comparten señores de la Villa que han pasado la noche en vela esperando la fatal noticia del fallecimiento de un gran hombre, vilipendiado como el que más. Eran la siete de la mañana y se siente como el silencio y los coros de los frailes que acompañan a don Antonio en su morir. ¡ Cómo es la vida ¡ dijo un parroquiano, ahora todos quieren a Nariño, todos son sus amigos, hasta lo nombraban para que fuera padrino de los niños de la Villa. Las muchachas suspiraban cuando lo veían pasar cabalgando en un alazán el cual se sentía orgulloso de llevar en su lomo a una persona tan nombrada. Algunos venían desde lejos y recordaban sus escritos. En la tienda se escuchó a un paisano que templo su tiple y empezó a recitar palabras escritas por Don Antonio: “Los 17 artículos de los derechos del hombre me han causado 16 años de prisión…
FRAGMENTO DE LA NOVELA "EL ULTIMO DIA DE ANTONIO NARIÑO, REYNALDO CABALLERO CACERES.

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