RECORDAR PARA VIVIR, REYNALDO CABALLERO CACERES.
Una mañana, eran como las seis y media, teníamos clases de matemáticas a las siete, ese día no tenía plata para el bus, entonces nos fuimos a pie y al pasar por la iglesia de San Francisco en Tunja observamos a un niño muerto, de esos que llamaban gamín. Murió seguramente de frío, de hambre.. Espantamos unos perros que lo lamian y tocamos en la puerta del convento, el fraile salió y dijo que no era su problema; fuimos a la policía y avisamos que había un niño muerto en la puerta de la iglesia, Gustavo Pérez, estudiante de Vías y Transporte, permaneció vigilando que los perros no se lo comieran; regresamos con unos agentes quienes permanecieron al lado del niño y lo cubrieron con una sábana blanca.. Seguimos para la UPTC y cuando pasamos al medio día , todavía estaba el cadáver del niño y esperaban que hicieran el levantamiento y que la alcaldía regalara el ataúd..corría el año de 1.968..
Una mañana, eran como las seis y media, teníamos clases de matemáticas a las siete, ese día no tenía plata para el bus, entonces nos fuimos a pie y al pasar por la iglesia de San Francisco en Tunja observamos a un niño muerto, de esos que llamaban gamín. Murió seguramente de frío, de hambre.. Espantamos unos perros que lo lamian y tocamos en la puerta del convento, el fraile salió y dijo que no era su problema; fuimos a la policía y avisamos que había un niño muerto en la puerta de la iglesia, Gustavo Pérez, estudiante de Vías y Transporte, permaneció vigilando que los perros no se lo comieran; regresamos con unos agentes quienes permanecieron al lado del niño y lo cubrieron con una sábana blanca.. Seguimos para la UPTC y cuando pasamos al medio día , todavía estaba el cadáver del niño y esperaban que hicieran el levantamiento y que la alcaldía regalara el ataúd..corría el año de 1.968..
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