En la notaría del pueblo se encontraban los herederos de unos de los hombres más ricos de la región. Eran cerca de cuarenta aspirantes a salir de allí a tomar cerveza en nombre del muerto. Algunos hijos de la propia, de la segunda y tercera mujer, hermanos propios, hermanos solo por parte de la madre, hermanos por parte del padre, tíos de toda clase, primos, sobrinos, nietos, bisnietos. El notario salió a un balcón y leyó el testamento el cual decía que todo lo que tenía lo gastó y que solo deja una plática , unos mil millones de pesos para su mejor amigo llamado “TEO”, quien siempre estuvo a su lado, consintiéndolo, mimándolo, en las de buenas y en las malas. Todos preguntaron por “TEO”. De pronto llego un gato y uno de los asistentes comento: es el “Teo” y todos se ofrecieron a cuidarlo como lo hacía el finado.
CUENTO AL AMANECER, REYNALDO CABALLERO CACERES.
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