martes, 14 de marzo de 2017

Alrededor de una mesa en una oscura cantina, se encontraban libando cinco delincuentes los cuales eran felices por que el asalto realizado a un banco de la ciudad había sido un total éxito. Las noticias radiales informaron durante el día, de la osadía de los delincuentes y el boletín de la policía informaba que la cuantía robada es de cincuenta millones de pesos. El asalto fue planeado minuciosamente. A las once de la mañana cortaron el cable de la alarma y de la cámara que trasmiten la señal al comando de la policía. A las once y diez segundos entraron al banco tres sujetos con revólver en mano. Uno de ellos lleva una chaqueta de vigilante privado...Es de anotar que el banco no contaba con vigilante. Llevan cascos de motociclistas con números de motos alterados. A las once y treinta segundos cierran la puerta del banco y empiezan a saquear las cajas amenazando con un destornillador. Los cajeros oprimen la alarma, la cual no suena, ya sabemos porque. Se retiran con tranquilidad y aborda cada uno una moto, las cuales se encontraban estacionadas frente al banco. Abandonan una granada para asustar a los clientes, que a la postre resultó ser el envase de un perfume conocido como Pino Silvestre.
Los delincuentes cuentan anécdotas del asalto y uno de ellos recuerda que una señora le dijo:
-! No me robe la pensión! y él le respondió: ¡ muy poquita, abuelita! y le dio un fajo de billetes.
Un anciano les comentó:
-Compren una casita, no se la gasten en borrachera!.
El jefe de la banda contó que solo habían robado veinte millones y la radio informa que fueron cincuenta.
-Hacen falta treinta, ¿donde están?.
Cuatro delincuentes juraron por los huesos de la mamá, otro por los huesitos de la hija muerta hace unos días por una bala perdida, que ellos no habían cogido ni un billete.
- ¡Ojala sea así, de lo contrario se ganan un tiro en la nuca!
Esa noche el gerente del banco se tomó unos aguardientes en el club con los amigos de siempre y sonrió por que los treinta millones con que había desfalcado al banco, todavía no los habían descubierto, los agregó al asalto bancario.
Los delincuentes durmieron felices y al otro día pasaron por el banco y uno de ellos comentó:
-Aquí trabaja uno más ladrón que nosotros, que Dios lo bendiga, porque colaboró con el robo gritando:
-¡Tranquilos, no disparen, cojan lo que puedan, nadie se mueva¡.....
El banco quedó perfumado.
El gerente ese día había cambiado billetes buenos por billetes falsos y esos fueron los que se llevaron los ladrones. En el maletín que entró el gerente los billetes falsos, sacó los buenos. Colorín colorado este cuento se ha acabado.....
REYNALDO CABALLERO CACERES.

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