Llovía sobre la ciudad; el frio era intenso y la neblina cubría las casas, los árboles, solo se escuchaba el ladrido de unos perros. Escucho el grito de una mujer. Disparó su revolver el cual tenía balas benditas para matar brujas. Era un cazador de seres del mas allá. Escuchó pasos y un alarido que rompía los oídos. Disparó el arma. Desapareció la neblina y en el piso de la avenida vio cuando una bella mujer se volvía humo. Un trueno hizo vibrar los vidrios de las ventanas. ¡Volveré ¡fue el grito que recorrió las calles. Esta escena se repetía todos los días. El estaba condenado hasta el fin de sus años a cazar las brujas. Era culpable de quemar una bruja hace 200 años y lo sentenciaron a muerte por este cruel acto
Reynaldo Caballero Caceres
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