lunes, 20 de marzo de 2017

Entró a la iglesia acompañada de un perro. Caminó hasta el altar, escuchó la misa de ese momento, miró el ataúd presente, volvió a salir de la iglesia y en el atrio comentó que el sepelio no era el de ella, que le habían dicho que la estaban velando y fue hasta allá y comprobó que no era ella la muerte. Otro día será, dijo y se fue con su perro por las calles llenas de huecos.
“CUENTOS AL ATARDECER”M REYNALDO CABALLERO CACERES.

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